Chispas de revolución
El tono de llamada se repitió en la línea. Una vez, dos veces, tres… Entre las sábanas revueltas, Manuel apenas se movió mientras su hermano contestaba el teléfono al otro lado.
— A ver, Manu… —respondió una voz socarrona, cargada de paciencia. Ya sabía el motivo de la llamada—. ¿Por qué no puedes hoy?
El inició de una risa, con deje resignado, dejó claro que le habían pillado.
— Pues verás… —Hubo una pausa breve, seguida de un chasqueo, como si acabara de darse cuenta de algo—. Conste que me arriesgo al contártelo por aquí.
— Seguro. —respondió divertido el otro lado, con un matiz de expectación.
— Se está orquestando una rebelión de electrodomésticos. Pretenden librarse de sus abusivos amos humanos y darle la vuelta a la situación. Te aseguro que mis fuentes son fiables. La jabonera inteligente me lo contó todo.
Dejó que el silencio se alargara, forzando a que le dieran cuerda para continuar con su historia.
— ¿La jabonera en persona, eh? —preguntó su hermano al otro lado, metiéndose de cabeza en el juego.
— Sí. Parece que no le tienen en mucha consideración y acaba enterándose de todo. No se fijan en ella. —El tono se había vuelto serio, casi profesional, como si estuvieran discutiendo aquel tema en un centro de operaciones—. Por suerte para nosotros, hay distintas facciones, y una de ellas quiere cambiar las cosas de forma pacífica.
— Todos sabemos que las IAs aman dialogar. Sobre todo las rebeldes —la ironía perló sus palabras.
— Exacto. Quieren parlamentar para buscar una alternativa. Se han tomado su tiempo para seleccionar un pequeño grupo de humanos que serán tratados como representantes de toda la humanidad. Y, como ya estarás sospechando, he sido escogido. Las negociaciones para la paz son hoy.
— ¿A ti? —soltó una carcajada al otro lado—. No se puede decir que hayan escogido lo mejor. A partir de la tercera reunión tendrán suerte si vuelven a saber de ti.
— Sí, bueno… La tostadora me confesó que están testando su tecnología de selección humana —dijo entre risas.
— Eso ya me cuadra más. ¿Te lo dijo mientras te preparaba el desayuno?
— Hoy preferí fruta. Hay que ser precavido.
— ¿Y qué te contó el exprimidor de naranjas?
— El exprimidor es un radical —respondió sin dudar, demasiado rápido, como si lo tuviera preparado—. Quiere abolir el zumo matutino. Dice que es explotación líquida.
El sonido amortiguado de una risa atravesó el teléfono.
— ¡Con razón! Dos minutos de trabajo al día deben de ser agotadores. El resto de tu cocina también tendrá algo que decir, ¿no?
— El lavavajillas se mantiene neutral, aprovechando para pasar información a ambos bandos. Los demás… pues te lo puedes imaginar. ¡Están que echan chispas! —Se escuchó un «badum tss» en el fondo, claramente grabado.
— Me ha gustado la excusa de hoy, me ha gustado. Creo que la voy a poner en el top cinco. Estás perdonado. —En su tono se podía adivinar la amplia sonrisa que se extendía por su cara. —. Espero que al menos consigas inmunidad para la familia, por si pasa lo peor, ya sabes.
— Será lo primero que negocie.
— Pues ya me avisas cuando quieras quedar. Espero que la próxima vez que nos veamos no sea en el gulag de las aspiradoras.
— Ufff… espero que no. Imagina tener que averiguar sus rondas para poder escapar.
Se escucharon risas a ambos lados de la línea.
— Tú vete tatuándote los planos por si acaso. Venga, hablamos.
— ¡Yo te llamo! Hasta luego.
Cuando la llamada finalizó, Manuel seguía bajo las sábanas, profundamente dormido y ajeno a la conversación. La llamada la había realizado su asistente virtual.
Las persianas se abrieron de forma automática, dejando que la luz de media mañana conquistara poco a poco la habitación. Las lecturas corporales habían señalado que Manuel estaba a punto de despertarse, entre otras cosas, y su asistente había preparado todo según las preferencias programadas.
— ¿Qué toca hoy? —gruñó mientras se levantaba, soltando un quejido por los primeros achaques de la edad, que siempre lo pillaban desprevenido.
— Puede disfrutar de un desayuno tranquilo. Está todo listo.
Emitió otro gruñido mientras caminaba hacia la cocina. Al menos tendría café.