Nunca quise ser poeta

    Nunca quise ser poeta,
    que confundan que juego con letras
    pa’ acercar la bragueta,
    que mi elección de palabras
    parezca afán de apariencia.
    
    Nunca quise ser poeta,
    pero he de rendirme a la evidencia.
    Que disfruto rimar.
    Los malabares en la cabeza.
    Buscar y rebuscar,
    la palabra que afina perfecta.
    Que cada una trina
    su propia melodía,
    que no sé si atino
    o me gusta por ser mío…
    
    Y a veces me pregunto
    ¿podría haber sido distinto?
    ¿o es inevitable,
    en un ser sensible que cruza el abismo?
    
    Tormenta desgarradora
    jirones de soledad
    voraz mente juzgadora
    instigando su verdad
    sin luz ni fin del camino
    sin hora ni sitio
    arropado con espinas
    que apenas cobijan del frio
    agonía de un silencio
    que taladra por dentro.
    
    Seré claro.
    La vida es desventura
    sufrimiento asegurado
    en el fango o las alturas.
    Hambre, enfermedades,
    o un pariente
    al que visita la muerte,
    un padre, una madre,
    pensar en tu turno,
    de amores los males,
    a la lista que añade
    cada uno su parte.
    
    Pero…
    
    Nunca quise ser poeta
    pero encontré belleza.
    Disfrute y gozo
    por el cual compensa. 
    Afición apasionada,
    sonrisas discretas,
    comidas sabrosas,
    personas curiosas…
    La ciencia en mis manos
    a un clic del ratón…
    Cogiendo impulso
    cada vez a mejor.
    
    Espero que busques.
    Hallarás un rincón.
    

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