Ancla al pasado
Intenté salvarla. Infinidad de veces. Nada sirvió. El viaje en el tiempo no permite cambiar el futuro. Greta está muerta. Y yo me conformo con observarla mientras lee sentada contra un árbol del parque. Aún falta más de un año para su muerte. Lo ignora.
No puedo volver a hacer esto. Me siento mal al observarla. Pero la echo tanto de menos… Su mirada furtiva por encima de las páginas, sus patadas cariñosas cuando quería que le hiciera caso, sus labios sobre los mios… No conseguí resistirme.
Es la última vez. Debo continuar con mi vida.
Un ruido a mi espalda me saca de mis pensamientos. Me giro y un hombre se choca contra mí a la vez que una rama cae a nuestro lado. Al esquivarla no pudo evitar tropezar conmigo. Nos recomponemos y nuestras miradas se cruzan. Me atraviesa un instante de comprensión. Y el hombre huye. Era tarde.
Se olvidó de la rama…
Siento un hierro candente contra mi frente. Observo los alrededores para confirmar mis sospechas. Había evitado a tres hombres por la misma razón: conocía sus disfraces. Al estudiar al resto con más detalle se esfuman las dudas. El hombre huido era «yo». «Yo» disfrazada de hombre. Yo también voy disfrazada. Y el resto de gente presente. Estoy por todas partes. Olvido como respirar.
¡JODER! ¡JODER! No sé cómo logro no gritar. Mi cabeza es un volcán en erupción. ¡Es una locura! ¿Qué coño he hecho? ¿Cuántas veces he venido? Recuerdo tres… Me llevo las manos a la cara. Las otras están por venir.
Las palabras me caen como una losa de piedra. El viaje en el tiempo no permite cambiar el futuro.